Te miro, te escucho y
pienso
¡Que jodido estás!
Si no salís de esa
encerrona
te vas a matar.
¿Amor puro…?
¿Madre impoluta que
todo lo puede?
Caigo de repente
en un oscuro abismo
donde no veo
ni la sombra de mi padre.
¿Y mi padre qué…?
Nada se de ti
y de lo mío quizás
algo
pero… ¿Lo quiero
saber?
Si no tengo un padre
que me guíe
y me cuide de esas cosas
que mejor que no.
¿Cómo salir de mi
propia encerrona?
He de forjarme uno
pero que sea de gran
porte,
admirable, viril
y que sea más grande
que mi madre.
Tendrá que ser
como ese que imagino,
ese que me puede y la
puede.
¡Ah! Pero si
apareciera así
tendría que
asesinarlo,
ya no podría vivir
con él.
Que maldita
contradicción
este hecho de crearte
tan a mi medida
solo para asesinarte.
¿Me angustia?
¿Y el amor…?
¿Qué será del amor?
¿Será amor-odio?
¿Será absoluto?
¿Será total?
Me dejo…
Ya el esfuerzo es en
vano
escudriño en mis
entrañas
y solo me queda un
recuerdo
un recuerdo de nada.
De recuerdo "de nada", que lo contiene todo.
ResponderEliminarTejidos de contradicciones, opino que precisamos de peligrosas "encerronas" para regresar auténticos.
Unas letras que invitan a la introspección y permiten abrir deliciosa conversación sobre uno de los elementos esenciales, tan olvidado por muchos de nuestros coetáneos. Quizás, solo quizás, porque ese elemento es invisible: la consciencia.
Un saludo desde el verano español, amigo Víctor.
Gracias a Jodidos interesante lectura del poema.
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