Derrotero del libro “Poemas sobre barro
seco”
Este libro es el resultado de aproximadamente ocho años de
elaboración y tiene en su recorrido diversos avatares, los cuales paso a
relatarlo según lo recuerdo.
Etapa de la escritura primaria
Cuando comencé a escribir no tenía pensamiento alguno en
hacer de esto un libro, solo un gran deseo por escribir y sucesivas escrituras
que poco decían de lo que yo quería.
Escribía
desilusiones, alegrías, amoríos, reflexiones y algún intento de poema. Todo
ello me fue llevando a contactarme más con el mundillo de los poetas, cuestión
que fue trocando mi escritura y mi forma de pensar poemas.
Recuerdo una de las
tantas anécdotas que solía sucederme. Luego de escribir algo buscaba con quien
interpelar y aquí aparece Agustín Sandino (Sagus). Le preguntaba
-¿Y, te gusto? -Si,
esta bueno. -Pero… Decí algo más, bueno es algo muy general, yo quiero saber
algo más… -Bueno está bien. En general está bien, algo entiendo a lo que tratas
de decir, aunque tiene muchos errores de ortografía y gramaticales, por
ejemplo:
“Tan así es mi locura que ni yo mismo se, lo que de mi
quiero” Te referís a la locura o a vos, por que en ese caso sería, si es a la
locura “quiere” y se, es sé, de saber o en este caso de no saber. O también lo
podes plantear de otra forma, en forma de pregunta, o de un decir simplemente,
pero sin olvidar a quien te estás refiriendo y el tiempo, si es pasado, o
presente. Bueno, no se fijate vos, ya que yo no puedo decirte que corregir por
que solo vos sabes que quisiste escribir.
Aquí se me
terminaba la poesía, todo lo que escribía se replanteaba y no sabía por donde
salir. ¿Era verdad lo que el me decía o no quería ayudarme con el texto?
Él me planteaba corregir algo de lo que yo no tenía ni idea
y eso era todo un dilema en mi escritura.
Etapa de la escritura secundaria
De tanto luchar con lo literal, cosa que todavía sigo haciendo,
y de cambios en mi lectura-escritura pude entender algo de lo que él (Sagus) me
planteaba. Seguí mi camino encontrándome con escritores de muy diversas letras,
de los cuales algunos entendí y otros todavía me quedo pensando, pero cada uno
fue dejándome algo.
Al finalizar la
escritura bruta de mis trabajos surgió esto de hacerlo público, en cafés
literarios o mediante un libro, cosa que parecía más fácil. Ahora sería cosa de
leer nomás y de que se ocupen los editores de libros en la corrección del mismo.
Muy trivial mi reflexión y muy alejada de la verdad del que hacer poético.
Etapa de corrección del libro
Por sugerencia de
distintos autores, con una no menor trayectoria de escritura de libros, surgió
esto de revisar y corregir los textos para su mejor expresión, tanto
gramatical, ortográfica y de rever el sentido del poema, lo que sería lo más
parecido a lo que intentaba decir.
No fue menor mi
sorpresa frente a mis escritos y sin poder tocar una palabra, todo me parecía
importante, nada sobraba y nada faltaba.
En los diferentes
encuentros literarios, en mi lectura, iba escuchando alguna palabra que se me
colaba entre los dientes y alguna otra que sobraba, cuestión por la cual pude
empezar a tocar algunos textos, pero faltaba mucho camino por recorrer. En ese
momento comencé a buscar quien me ayude con los textos. He aquí uno de mis
derroteros por distintos correctores literarios. Recuerdo uno que apenas le
mostré mi texto se abalanzo sobre él y comenzó a tachar y poner otra cosa y cambiar de lugar
las palabras y no se cuantas burradas más, huí despavorido por los pasillos
tratando de conservar un poco de dignidad para mis letras. Todo esto paso hasta
dar con Eleonora D´alvia quien con mucho cuidado y un tiempo prudencia para su
lectura, muy a pesar de mis ansias, me aporto un buen camino para la corrección
de mis textos, valoro en alta estima su aporte y es por eso que es quien hará
el prólogo de mi libro.
Etapa de autocorrección del libro
Habiendo pasado ya
varios años y con todo un sin fin de herramientas llegaba la etapa más difícil
del libro, la autocorrección, etapa que me costara dos años más.
Meses enteros sin
poder corregir ni una sola letra. En este período y ya con la suma de varias
obras leídas y lectura de obras nuevas ya sea por estudio o por curiosidad, se
fue enriqueciendo mi vocablo, pero seguía esta sombra opacando mi querido
libro.
Recuerdo que luego de semanas de tratar de
corregir mis textos, al leerlos empecé a ver ciertas molestias y descuidos en
mis escritos y ese fue el principio del final de mi obra. Obra que demás esta
en decirlo, pero que sigo corrigiendo hasta su impresión y que luego seguiré
corrigiendo en obras posteriores.
Etapa de búsqueda de la tapa del libro.
Recuerdo unas vacaciones de verano junto a mi familia en Mar
de Ajo, Partido de La Costa. Y
en esto de andar entre la música y la poesía, solía buscar lugares donde cantar
y en uno de esos tantos de encuentros con otros artistas y entre ellos Leandro
Benítez, con quien coincidimos en el lugar de estadía, resulto ser su tía la
dueña del lugar, nos trenzamos en una tertulia. Entre discusiones de música y
canto nos metimos con la poesía, me pidió si le podía leer algo de mi autoría,
cuestión a la que accedí gustoso. Luego de un silencio atronador me dijo con
gesto amigable “me gusto” y yo respondí “me alegra mucho”.
Luego de pasados
unos días, y yo buscando encontrarme con él para seguir charlando, por fin lo encuentro y me sorprende con un
dibujo y diciéndome “mira… Esto me provoco tu poema” (Es el dibujo de tapa),
sorpresa para mi, ya que no lo esperaba.
En los días
siguientes, como buen lector me puse a ver que entendía de ese dibujo, con
mucha frustración, no veía más que un lindo dibujo. Y lo charlaba con mi mujer
y hacíamos distintas conjeturas hasta llegar a nada.
Bueno el tiempo fue
pasando, guarde el recuerdo entre los tantos que solemos hacernos los artistas
y quedo allí, entre medio de letras de canciones, poemas y otras yerbas. Hasta
que buscando un artista plástico para la tapa del libro, recordé aquel dibujo
que me gusto tanto y comencé a revolver papeles y preguntarle a mi mujer donde
lo había puesto yo jajaja…(me río de mi mismo preguntándole siempre a ella
donde dejé yo, lo que mío es)
Finalmente lo encontramos casi por casualidad y vi en él la tapa para mi
libro.
Luego de casi
cuatro años puedo leer muchas cosas en esta obra y cuanto representa toda la
mía. Aprovecho a decirle gracias a Leandro por este regalo y ese breve momento
que pasamos juntos, de tan riquísimo encuentro.
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