Aun caliente tu cuerpo,
desgarran tus vísceras
los cuervos impacientes
la carroña que dejaste.
Acumulación de bienes
que guardabas en celosa
custodia,
solo para recordar cuanto te
deben.
¿Y tú a quién le debes?
Tanto guardar para no se qué
y nunca vienes a verme.
Arcón de recuerdos
trocado en inútil moneda.
¿Quién quiere tener recuerdos
en un miserable papel
que guarda la imagen de un
momento?
¡Tener, tener, tener!
No tener y salir a lo
imposible
tan cercano como al alcance
de una mano.
Quiéreme, aunque sea un poco
para dejar por un momento
la miseria de estar tan solo.
Víctor Ibáñez (1966)
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