lunes, 27 de septiembre de 2010

Antígona

En tus ojos me veo,
se hiela mi sangre,
también la vida…

Los tigres pisan la razón,
no todo es negrura…
Si estando muerta, revives…

Te leo amada,
dibujo en el aire tu rostro,
me irradias ternura.

¿Qué es la vida?
Preservado ¿Estoy vivo…?

lo anómalo y la costumbre me niegan.
no me dejes caer en Ismene,
convoco al acto sin rehusar.

Que mis ojos sean atentos,
que mis manos no tiemblen,
que mi boca no calle…
Cansado estoy, de no andar…
Dame tus piernas,
dame tus labios y su sonido,
dame tus ojos y tu mirada.

¿Dónde estás, que no puedo verte…?

¡Por qué te la llevaste, Pachamama?
¡Llevátelo a Creontes…! Dejalo en tu útero.
Goce maldito de costumbre.

Con mi mano, quito el velo de mis ojos
y mi boca seca de no poder, te grito,
¡Pacha no me lleves…!
¡Vomitame…! con vómito de Antígona
y regá la tierra de parlantes sin refreno.

Víctor Hugo Ibáñez (1966)

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