viernes, 18 de octubre de 2013

Derrotero del libro “Poemas sobre barro seco”



Derrotero del libro “Poemas sobre barro seco”

Este libro es el resultado de aproximadamente ocho años de elaboración y tiene en su recorrido diversos avatares, los cuales paso a relatarlo según lo recuerdo.

Etapa de la escritura primaria

Cuando comencé a escribir no tenía pensamiento alguno en hacer de esto un libro, solo un gran deseo por escribir y sucesivas escrituras que poco decían de lo que yo quería.
    Escribía desilusiones, alegrías, amoríos, reflexiones y algún intento de poema. Todo ello me fue llevando a contactarme más con el mundillo de los poetas, cuestión que fue trocando mi escritura y mi forma de pensar poemas.
   Recuerdo una de las tantas anécdotas que solía sucederme. Luego de escribir algo buscaba con quien interpelar y aquí aparece Agustín Sandino (Sagus). Le preguntaba
-¿Y, te gusto?  -Si, esta bueno. -Pero… Decí algo más, bueno es algo muy general, yo quiero saber algo más… -Bueno está bien. En general está bien, algo entiendo a lo que tratas de decir, aunque tiene muchos errores de ortografía y gramaticales, por ejemplo: 
“Tan así es mi locura que ni yo mismo se, lo que de mi quiero” Te referís a la locura o a vos, por que en ese caso sería, si es a la locura “quiere” y se, es sé, de saber o en este caso de no saber. O también lo podes plantear de otra forma, en forma de pregunta, o de un decir simplemente, pero sin olvidar a quien te estás refiriendo y el tiempo, si es pasado, o presente. Bueno, no se fijate vos, ya que yo no puedo decirte que corregir por que solo vos sabes que quisiste escribir.
    Aquí se me terminaba la poesía, todo lo que escribía se replanteaba y no sabía por donde salir. ¿Era verdad lo que el me decía o no quería ayudarme con el texto?
Él me planteaba corregir algo de lo que yo no tenía ni idea y eso era todo un dilema en mi escritura.

Etapa de la escritura secundaria

De tanto luchar con lo literal, cosa que todavía sigo haciendo, y de cambios en mi lectura-escritura pude entender algo de lo que él (Sagus) me planteaba. Seguí mi camino encontrándome con escritores de muy diversas letras, de los cuales algunos entendí y otros todavía me quedo pensando, pero cada uno fue dejándome algo.
     Al finalizar la escritura bruta de mis trabajos surgió esto de hacerlo público, en cafés literarios o mediante un libro, cosa que parecía más fácil. Ahora sería cosa de leer nomás y de que se ocupen los editores de libros en la corrección del mismo. Muy trivial mi reflexión y muy alejada de la verdad del que hacer poético.


Etapa de corrección del libro

   Por sugerencia de distintos autores, con una no menor trayectoria de escritura de libros, surgió esto de revisar y corregir los textos para su mejor expresión, tanto gramatical, ortográfica y de rever el sentido del poema, lo que sería lo más parecido a lo que intentaba decir.
    No fue menor mi sorpresa frente a mis escritos y sin poder tocar una palabra, todo me parecía importante, nada sobraba y nada faltaba.
    En los diferentes encuentros literarios, en mi lectura, iba escuchando alguna palabra que se me colaba entre los dientes y alguna otra que sobraba, cuestión por la cual pude empezar a tocar algunos textos, pero faltaba mucho camino por recorrer. En ese momento comencé a buscar quien me ayude con los textos. He aquí uno de mis derroteros por distintos correctores literarios. Recuerdo uno que apenas le mostré mi texto se abalanzo sobre él y comenzó a  tachar y poner otra cosa y cambiar de lugar las palabras y no se cuantas burradas más, huí despavorido por los pasillos tratando de conservar un poco de dignidad para mis letras. Todo esto paso hasta dar con Eleonora D´alvia quien con mucho cuidado y un tiempo prudencia para su lectura, muy a pesar de mis ansias, me aporto un buen camino para la corrección de mis textos, valoro en alta estima su aporte y es por eso que es quien hará el prólogo de mi libro.


Etapa de autocorrección del libro

   Habiendo pasado ya varios años y con todo un sin fin de herramientas llegaba la etapa más difícil del libro, la autocorrección, etapa que me costara dos años más.
   Meses enteros sin poder corregir ni una sola letra. En este período y ya con la suma de varias obras leídas y lectura de obras nuevas ya sea por estudio o por curiosidad, se fue enriqueciendo mi vocablo, pero seguía esta sombra opacando mi querido libro.
     Recuerdo que luego de semanas de tratar de corregir mis textos, al leerlos empecé a ver ciertas molestias y descuidos en mis escritos y ese fue el principio del final de mi obra. Obra que demás esta en decirlo, pero que sigo corrigiendo hasta su impresión y que luego seguiré corrigiendo en obras posteriores.


Etapa de búsqueda de la tapa del libro.

Recuerdo unas vacaciones de verano junto a mi familia en Mar de Ajo, Partido de La Costa. Y en esto de andar entre la música y la poesía, solía buscar lugares donde cantar y en uno de esos tantos de encuentros con otros artistas y entre ellos Leandro Benítez, con quien coincidimos en el lugar de estadía, resulto ser su tía la dueña del lugar, nos trenzamos en una tertulia. Entre discusiones de música y canto nos metimos con la poesía, me pidió si le podía leer algo de mi autoría, cuestión a la que accedí gustoso. Luego de un silencio atronador me dijo con gesto amigable “me gusto” y yo respondí “me alegra mucho”.   
    Luego de pasados unos días, y yo buscando encontrarme con él para seguir charlando,  por fin lo encuentro y me sorprende con un dibujo y diciéndome “mira… Esto me provoco tu poema” (Es el dibujo de tapa), sorpresa para mi, ya que no lo esperaba.
   En los días siguientes, como buen lector me puse a ver que entendía de ese dibujo, con mucha frustración, no veía más que un lindo dibujo. Y lo charlaba con mi mujer y hacíamos distintas conjeturas hasta llegar a nada.
   Bueno el tiempo fue pasando, guarde el recuerdo entre los tantos que solemos hacernos los artistas y quedo allí, entre medio de letras de canciones, poemas y otras yerbas. Hasta que buscando un artista plástico para la tapa del libro, recordé aquel dibujo que me gusto tanto y comencé a revolver papeles y preguntarle a mi mujer donde lo había puesto yo jajaja…(me río de mi mismo preguntándole siempre a ella donde dejé yo, lo que mío es)   Finalmente lo encontramos casi por casualidad y vi en él la tapa para mi libro.
   Luego de casi cuatro años puedo leer muchas cosas en esta obra y cuanto representa toda la mía. Aprovecho a decirle gracias a Leandro por este regalo y ese breve momento que pasamos juntos, de tan riquísimo encuentro.




No hay comentarios:

Publicar un comentario