miércoles, 28 de abril de 2010

La de los pies con alas

Veo tu mirada escabullirse entre la gente,
con tu andar en vuelo y te percibo alada.
Como sutil gacela esquivás
y no me dejás verte…
Bajo tu pelo, tu boca me provoca y se oculta;
su miel me tienta y me invade la duda,
si ingenua posaste la mano y probaste mis sentidos.

Tu ambigüedad me confunde, tímida y feroz.
La danza de tus pies, me evoca una bailarina moscovita
y tu cuerpo es la Gatúbela que se comió a Batman.

-¡Che, a vos te digo…!
mirá que no te provoco,
sólo vos estás corriendo al filo…
Que mi cuerpo no te llama
y mis pies no vuelan,
¡son todas mentiras…!
Ilusión de los sordos, que creen oírlo;
no seas tonto, que yo no digo…-

Lo impensado…
que todo es mentira,
que el sueño era mío y vos no lo sabías.


No pude ver tu alma
pero te escuché…
Escuché lo que no debía,
escuché que te amé y me amabas.
De entre mis sueños,
despierto entre tus fotos, humectado en sudores
y te veo despreocupada, desnuda, dormida.

En mis noches,
tus palabras mudas me dijeron de tu mentira:
que cuando andás, vos le hablás;
que tu boca no lo dice, pero está dicho.
Donde no hacen falta las palabras,
tu mirada y tus labios me dieron la estocada,
y me quedé a solas,
con tus pies y tus alas.

Víctor Hugo Ibáñez

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