Tan hermosa…
Impetuosa en mi jardín,
deseada…
En capullo seco su tallo marchito.
Aromas perdidos, encantos,
pasiones,
dulzura…
Acarícialos no pude
suave terciopelo rojo.
Marchitado el amor…
tuvo miedo de nacer,
privada del mundo.
Dolor jardinero,
quite su tallo,
¡Dolor inmundo de saberla mía!
nacerán nuevas,
como ella ninguna.
Hojas y tallos en un libro de amor,
te guardaré.
En mis días tristes,
lo abriré y la miraré,
a la que no pudo ser,
y será por siempre,
solo eso…
mi rosa marchita.
Víctor Hugo Ibáñez
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