martes, 13 de abril de 2010

Sabor de temblores

Ceñidos mi pies y manos

prejuicios desbordantes del torrente,

la mas sublime visión.

Desatadas tus pasiones

locura viva de poder…


Muerdo hasta sangrar mis labios,

la mordaza que me calla,

antigüedad inconciente en mi ser.

Contorciones disparadas, de placer,

contemplo tieso, frío, aferrado a la locura.


Desconocidos temblores en mi cuerpo.

Penetro por tus labios rojos,

sedientos de mi sabia,

en hervida rigidez.


Envidia incontrolable

al verte comer, en voraz bocado,

al mas inerte falo,

que solo en lo impensado

se puede concebir.


Atadura que libera,

deprime, al más antiguo

enemigo de mi ser.


El preludio del recuerdo,

hiela mi sangre,

enaltece mis sentidos

y me lleva a este viaje,

de saberte solo mía,

cuando te imagino con él.


Poseerte en un instante,

descargar toda mi furia,

en tu calida simiente

y morirme entre tus brazos,

una y otra vez.


Víctor Hugo Ibáñez

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